Esta semana me he retrasado. Me propuse escribir en el blog todos los martes o miércoles y además pretendía que las entradas tratasen sobre Trabajo Social porque me parece, insisto, que los profesionales escribimos muy poco, generamos muy poco debate y además somos poco aventureros en esto de las nuevas tecnologías.
Así, tan estupenda yo, me subo en mi coche para ir al trabajo, pongo la radio y comienzo a darle vueltas al tema sobre el que quiero escribir esta semana. En esto el tiíllo (me encanta esta palabra tan de mi tierra) de la radio va y suelta, por ejemplo, que el Gobierno va a reformar la Constitución para ponerle techo al gasto público. Al escuchar esta noticia me pasa una cosa que dicen siempre en mi casa: se me pone una gaseosa en el estómago que no me deja concentrarme en mi tema, que yo he venido aquí a hablar de mi libro, coñe. Sigamos... podría hablar de los derechos subjetivos y de cómo es posible que haya trabajadores sociales que abogan encubiertamente por una vuelt…
Así, tan estupenda yo, me subo en mi coche para ir al trabajo, pongo la radio y comienzo a darle vueltas al tema sobre el que quiero escribir esta semana. En esto el tiíllo (me encanta esta palabra tan de mi tierra) de la radio va y suelta, por ejemplo, que el Gobierno va a reformar la Constitución para ponerle techo al gasto público. Al escuchar esta noticia me pasa una cosa que dicen siempre en mi casa: se me pone una gaseosa en el estómago que no me deja concentrarme en mi tema, que yo he venido aquí a hablar de mi libro, coñe. Sigamos... podría hablar de los derechos subjetivos y de cómo es posible que haya trabajadores sociales que abogan encubiertamente por una vuelt…