Te traigo a mi segundo invitado de los dos amigos cuyas entradas fueron las más exitosas en cuanto a lectores, y a los que pedí que volvieran: Elena Salinas y Pepe Lillo. Hoy escribe él.
En primer lugar, quiero aclarar que me atrevo a escribir lo que sigue por mi profesión de psicólogo, no por considerar que tenga yo alguna maestría en este difícil arte de vivir. Pero más de 26 años trabajando en esto, me permiten vislumbrar algunas cosas que puede ser interesante comentar:
Una primera cuestión sería intentar vivir sin miedo, o al menos, con el menos posible. Y para ello, hay varias claves, como aceptar la vida como es. No como quisiéramos que fuera. Mi pareja tiene defectos, mi trabajo no me llena, mis hijos no son cómo pensaba que serían... yo no soy como soñé. Pues... debemos bajar el nivel de expectativas. Ni nosotros ni quienes nos rodean carecen de defectos, y debemos aceptarlo. Podríamos pasarnos la vida intentando cambiar a nuestros seres queridos -y a nosotros- fijándonos más…
En primer lugar, quiero aclarar que me atrevo a escribir lo que sigue por mi profesión de psicólogo, no por considerar que tenga yo alguna maestría en este difícil arte de vivir. Pero más de 26 años trabajando en esto, me permiten vislumbrar algunas cosas que puede ser interesante comentar:
Una primera cuestión sería intentar vivir sin miedo, o al menos, con el menos posible. Y para ello, hay varias claves, como aceptar la vida como es. No como quisiéramos que fuera. Mi pareja tiene defectos, mi trabajo no me llena, mis hijos no son cómo pensaba que serían... yo no soy como soñé. Pues... debemos bajar el nivel de expectativas. Ni nosotros ni quienes nos rodean carecen de defectos, y debemos aceptarlo. Podríamos pasarnos la vida intentando cambiar a nuestros seres queridos -y a nosotros- fijándonos más…