Ayer
fue un día negro para mí. La pérdida de escaños de Izquierda Unida
en las elecciones andaluzas cayó como un jarro de agua helada sobre
las cabezas de la militancia, entre la que me incluyo ¡Habíamos
trabajado tanto! Nuestra parlamentaria, Rosalía Martín, ¡había trabajado tanto!
Al
inicio de la campaña sabíamos que los resultados podían sernos
desfavorables, pero los dos debates electorales, el acto de Anguita y
nuestro programa electoral, realizado con la complicidad de tantos y
tantos colectivos (todo ello traducido en cierto repunte en las
encuestas) nos supuso un chute de moral.
A
medida que comenzaron a aparecer los sondeos a pie de urna, los
resultados corrían como la pólvora por nuestros grupos de watsapp y
el desánimo hacía francamente difícil el recuento. Al terminar en nuestras mesas,
cansados y cabizbajos, nos marchamos con la carpeta bajo el brazo a
nuestra sede.
Gota
a gota iban llegando compañeras y compañeros, con rostro sombrío y brazos caídos. Soltaban con desgana la carpeta en la mesa,
suspiraban y se sentaban, desfondados. Carmen, una militante a la que
admiro mucho, cuya familia lleva luchando en el PCE desde la
clandestinidad, en el centro de la sala, con los ojos húmedos, nos
miró a todos y dijo con rabia: ¿qué más tendríamos que haber
hecho? Porque yo no sé qué más tendríamos que haber
hecho.
Anunciado el escrutinio final, mi pareja, que me cuida, me arrastró a
casa. Opté por acostarme porque hoy había que levantarse para venir
a trabajar. La vida continúa. Esta mañana, eso sí, he tenido la
precaución de no poner la radio camino al trabajo para no hacerme
más mala sangre. Durante la ruta me he limitado a repetirme, como un
mantra: los usuarios no tienen la culpa, los usuarios no tienen la
culpa, hoy es un día como otro cualquiera. No te enfades, aunque tus
compañeros se metan contigo.
Pero
mis compañeros de trabajo no solo no se han metido conmigo, sino que me han
dado un caluroso recibimiento al llegar y han expresado un
reconocimiento sincero, aunque algunos de ellos no hayan votado a
Izquierda Unida. Les consta cuanto esfuerzo, trabajo e ilusión hay
detrás de mi militancia (menor, por otra parte, que el de la gran mayoría
de mis compañeras y compañeros de la organización) y me han expresado que les parece injusto el resultado que hemos tenido en IU.
La
militante ha dejado paso a la trabajadora social, no sin antes tranquilizar a mi madre, que me ha llamado preocupada ¡la tensión, hija, no vaya a darte una subida por la política! Después de la llamada, he realizado una visita
domiciliaria a una anciana, en situación de dependencia severa, que
tiene ocho hijos, pero vive completamente sola y aislada. En la
entrevista me ha confesado, entre lágrimas, que sus hijos, aunque no
la atienden, no paran de pedirle dinero. Me ruega que le ponga una
mujer cuanto antes porque los hijos, dice, son como los cuervos,
los crías y te sacan los ojos.
Al
llegar al centro me ha preguntado en el mostrador, Jesús, un ex
toxicómano rehabilitado, si hay ayudas para los medicamentos porque
tiene gripe y no se los puede costear. Su residencia en una
infravivienda húmeda y fría no es precisamente un apoyo en su
convalecencia.
Me
he sentado en el despacho a realizar el informe de arraigo de Said, un inmigrante
que lleva 5 años sin ver a su familia. El certificado de penales
está a punto de caducarle así que hay que darse prisa en la emisión
del informe. Lo imprimo y se lo doy con la secreta esperanza de que
muy pronto pueda regresar a su tierra y abrazar a su madre.
He
tenido una reunión de equipo en la que hemos tratado el caso de
Jorge, un menor de 9 años, al que vamos a tener que enviar a un
centro de protección porque su madre lo ha abandonado y ningún
miembro de la familia extensa lo quiere acoger. Así de claro. Así de estremecedor.
Y
poco a poco, el sabor amargo de la derrota electoral ha ido perdiendo
intensidad. Esta noche me reúno
para analizar los resultados. Será una reunión dura, pero, juntos, nos levantaremos de la caída porque esta organización es la casa cien veces derrumbada y cien veces construida. En nuestro spot electoral la voz en off también susurra:
Nunca fuimos héroes, no seremos héroes. Si acaso, niños
que tiran piedras a los trenes. Ahora solo espero que no me abandonen las fuerzas
para seguir tirando piedras a los trenes muchos años más. Por la
mañana, en el centro de servicios sociales con los héroes que sí son nuestros usuarios y usuarias. Por la tarde, con compañeras, compañeros y camaradas en un piso
en cuyo portal hay un viejo rótulo que dice: Izquierda Unida El
Ejido, Oficina 6.
Sin más comentarios, te envío un fuerte abrazo, Belén.
ResponderEliminarGracias, mañico!
EliminarAnimo compañera!!! Es un privilegio formar parte de Izquierda Unida, y compartir militancia con vosotros en el Área andaluza de Servicios Sociales de Izquierda Unida. Menudo grupo de trabajo formamos..Un besote...
ResponderEliminarUn orgullo trabajar a tu lado ;-)
EliminarMe uno a los abrazos que hoy te damos, en persona y virtuales. Usando un lenguaje demasiado coloquial, quienes cuidamos también necesitamos que nos cuiden. ¡Y a seguir tirando piedras a los trenes!
ResponderEliminarGracias apañao...sigo afinando la puntería
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