Juana tiene 32 años y un
hijo, Jonathan, de 14. Jonathan se encuentra en situación de
dependencia en grado II. Juana tiene más hijos, uno de ellos un
bebé. Jonathan no conoce a su padre. Juana lo tuvo con 18 años, y
desde entonces no ha tenido ningún contacto con él. Jonathan no
conoce a su padre, pero sí ha conocido a muchas parejas de su madre.
Y muchos pueblos donde estas parejas residían. Muchos colegios, uno
en cada pueblo. Siempre con su madre. De aquí para allá. Por eso
Juana no puede percibir la prestación por cuidados en el entorno
familiar: Jonathan carece de un entorno estable y de los cuidados
adecuados. Juana es para el servicio de dependencia, en definitiva,
una mala madre.
Juana tiene 32 años y un
hijo, Jonathan, de 14. Jonathan se encuentra en situación de
dependencia en grado II. Juana tiene más hijos, uno de ellos un
bebé. Jonathan no conoce a su padre. Juana lo tuvo con 18 años, y
desde entonces no ha tenido ningún contacto con él. Jonathan no
conoce a su padre, pero sí ha conocido muchas parejas de su madre.
Jonathan estuvo retirado, pero el servicio de protección de menores
lo devolvió a su madre. Juana tenía un buen vínculo con su hijo.
Se preocupaba por él: iba a visitarlo y seguía las indicaciones de
los profesionales. Juana recuperó a su hijo. Volvieron los
problemas: Juana de aquí para allá y de pareja en pareja, de
subsidio en subsidio y de problema en problema. Los profesionales de
servicios sociales de cada pueblo enviaban informes al servicio de
protección de menores para que Jonathan fuese retirado de nuevo,
pero Jonathan continúa viviendo con Juana porque según menores no
es, en definitiva, tan mala madre.
Paco tiene 55 años y es
encofrador. Tenía una empresa, pero los clientes le debían mucho
dinero y tuvo que cerrar. Se separó. Tiene una hija. Debe cuotas a
la seguridad social. Paco busca trabajo. Es tozudo. Insiste. No
encuentra. No puede pagar la manutención de su hija. Ni la hipoteca.
Posiblemente el banco lo desahucie. Paco acude al INEM, ahora SEPE.
Paco acude al SAE. Paco hace cursos. Paco habla con empresarios y
Paco se coloca todos los días en la plaza. Paco no encuentra trabajo
porque Paco es, en definitiva, demasiado viejo. Los empleadores no lo
quieren. Prefieren chavales.
Paco tiene 55 años y es
encofrador. Tenía una empresa, pero los clientes le debían mucho
dinero y tuvo que cerrar. Se separó. Tiene una hija. Debe cuotas a
la seguridad social. Paco busca trabajo. Es tozudo. Insiste. No
encuentra. Paco acude al INEM, ahora SEPE. No puede cobrar más
prestaciones, las ha agotado todas. Paco entonces es enviado a
servicios sociales: la trabajadora social le dice que aún es joven,
que tiene que hacer todo lo posible por cotizar porque le quedan, en
el mejor de los casos, 10 años para jubilarse y si no cotiza lo
perderá todo. La trabajadora social le informa de que no reúne
requisitos para ninguna ayuda porque no está enfermo, no tiene
discapacidad, no se encuentra en situación de dependencia. Solo
puede acceder al salario social, pero tendrá que esperar de 8 meses
a 1 año. Que trate de aguantar. Que se busque la vida como pueda. Lo
incluirá en el programa de garantía alimentaria. Paco es, en
definitiva, demasiado joven para pensar en pensiones.
Aurelia tiene 87 años. Es
viuda y sin hijos. Aurelia vive en una vieja casa construída a
diferentes alturas, plagada de escalones. Aún así, se mañea. Su
vecina acude a los servicios sociales para que le pongan una
muchacha. Las han enviado del centro de salud. Aurelia es bastante
autónoma y su médico de cabecera piensa que la mejor forma de
evitar males mayores es que reciba ayuda, ya que el enfermero le ha
dicho que la casa es un peligro.
Aurelia tiene 87 años. Es
viuda y sin hijos. Aurelia vive en una vieja casa construída a
diferentes alturas, plagada de escalones. Aún así, se mañea. Su
vecina acude con Aurelia a los servicios sociales para que le
pongan una muchacha. Solicita dependencia, pero no obtiene grado
alguno. Es normal, es autónoma. La vecina dice que si sigue subiendo
a tender la ropa se va a caer y le va a pasar algo, pero no puede
recibir ayuda a domicilio a través de la dependencia porque es
autónoma, ni tampoco a través del plan concertado porque no es un
caso de urgencia. Pasará a lista de espera. Igual cuando, al fin, se
caiga, se pondrán en marcha los servicios oportunos, que incluirán,
posiblemente, una carísima medicación, una carísima grúa o una
carísima plaza residencial.
Jennifer tiene 23 años. No
tiene estudios. Vive con Diego, de 22. Está embarazada. Los padres
de Diego han habilitado un almacén para la pareja que tienen al lado
de su vivienda. No tiene cuarto de baño, claro. Tienen que hacer las
necesidades en casa de los padres de Diego. Están muy preocupados
porque el almacén no tiene ventilación y no es sitio para la bebé.
La trabajadora social les ha dicho en varias ocasiones que ese no es
lugar para la niña. Ellos lo saben. Si consiguiesen ahorrar un poco
de dinero con la venta ambulante y la trabajadora social les ayuda se
marcharían de allí.
Jennifer tiene 23 años. No
tiene estudios. Vive con Diego, de 22. Está embarazada. Los padres
de Diego han habilitado un almacén para la pareja que tienen al lado
de su vivienda. No tiene cuarto de baño, claro. Tienen que hacer las
necesidades en casa de los padres de Diego. Están muy preocupados
porque el almacén no tiene ventilación y no es sitio para la bebé.
Ellos se buscan la vida vendiendo fruta de forma ambulante con una
vieja furgoneta que el padre de Jennifer les dió. La furgoneta se ha
roto. No pueden pagar la reparación. No tienen dinero. No tienen
apoyos económicos más allá del plato de comida. Tampoco pueden
pedir un préstamo. No se lo concedería ningún banco.
Jennifer acude a los
servicios sociales a solicitar ayuda para reparar la furgoneta. Es su
medio de vida. La trabajadora social les informa de que no hay ayudas
para la reparación de la furgoneta, sobre todo teniendo en cuenta el
presupuesto que han presentado. Mejor que piensen en comprar otra.
Pero no tienen dinero. Quizá si la trabajadora social tramita el
salario social de forma urgente y se solicita un pago único se
podría asumir la reparación. El problema es que les van a denegar
el salario porque no están empadronados en esa vivienda y es
condición sine qua non. Han intentado empadronarse, pero el
ayuntamiento no lo permite porque esa vivienda no es una vivienda, es
un almacén. No reúne condiciones de habitabilidad, y menos para una
bebé.
Trabajar en los servicios sociales es ahora demasiado
duro, pero abandornarlo todo es demasiado utópico y demasiado cobarde. Este país es
demasiado inhóspito para sus habitantes y quienes manejan los hilos,
demasiado egoístas para cambiar nada. Las instituciones no
funcionan. Son demasiado burocráticas, demasiado decimonónicas y
demasiado rígidas. Esto es, en definitiva, demasiado.
Ésta es la realidad que conocemos. La que los políticos/as se empeñan en esconder bajo la alfombra. Miles de voces que claman cada día esta verdad a través de las redes sociales, los medios de comunicación... y son invisibles. Su dolor es invisible. Nuestra impotencia es invisible.
ResponderEliminarPero no seremos cobardes, lo seguiremos denunciando. Yo no me rindo.
¡Eso siempre es una gran noticia! Gracias por comentar y, sobre todo, por no rendirte.
ResponderEliminarAdmirable tu capacidad de poner en palabras y por escrito lo que sentimos y vivimos las y los torabajadora/es sociales dia a dia.Efectivamente demasiado dolor, demasiada injusticia, demasiadas trabas, demasiado desinterés de la clase política....
ResponderEliminarGracias por tus palabras y por leer el blog. Un abrazo...
EliminarMe ha gustado leerte. Por desgracia me siento identificada en mi dia a dia
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