A estas alturas todo el mundo se ha formado una opinión sobre el caso de María José Abeng Ayang o lo que los medios de comunicación han denominado el niño caramelo: un clásico, si se me permite la expresión, de aparición de los servicios sociales en los medios. Yo no tengo ninguna opinión ni voy a perder el tiempo en formármela. No es asunto mío ni soy partidaria de los juicios salomónicos. Es competencia del juez y ha dictado sentencia. Punto.
En cambio, sí parece imprescindible por parte de los medios de comunicación montar un circo mediático en el que el veredicto popular pendula a medida que van apareciendo personajes en la trama: en primer lugar, los padres de acogida, con los que todo el mundo se solidarizó al ver la desgarradora expresión de dolor de la madre de acogida ¿Cómo no ponerse en la piel de esta madre?
Posteriormente, como es lógico ante semejante revuelo mediático, la madre biológica envió una carta en la que contó su verdad, una verdad, muy probablemente, tan verda…
En cambio, sí parece imprescindible por parte de los medios de comunicación montar un circo mediático en el que el veredicto popular pendula a medida que van apareciendo personajes en la trama: en primer lugar, los padres de acogida, con los que todo el mundo se solidarizó al ver la desgarradora expresión de dolor de la madre de acogida ¿Cómo no ponerse en la piel de esta madre?
Posteriormente, como es lógico ante semejante revuelo mediático, la madre biológica envió una carta en la que contó su verdad, una verdad, muy probablemente, tan verda…