El pasado 23 de enero me arrastraba somnolienta camino de la ducha cuando un mensaje de WhatsApp me espabiló de golpe, me daba la noticia de que Hipólita había muerto a las seis de la mañana mientras dormía. Había salido del hospital y llevaba unas semanas en casa.
Marga me envió el mensaje. Es la abogada de Hipólita y buena amiga mía, con ella contacté hace tiempo para que Hipólita contratase sus servicios. Las dos se hicieron buenas amigas: Marga le vendió varias fincas que permitieron que Hipólita pudiese costearse una cuidadora 24 horas, Marga defendió con uñas y dientes las horas de riego, las tierras y, en definitiva, se ocupó del bienestar de Hipólita como si de su propia madre se tratase. Marga ha sido una estupenda aliada en este caso.
Hay muchas cuestiones que quisiera explicar sobre Hipólita porque es un caso que me ha tocado dentro. En lo personal me embargan sentimientos encontrados de pena y alegría: pena por la muerte en sí y pena, pena negra, al ver el lamentable espectá…
Marga me envió el mensaje. Es la abogada de Hipólita y buena amiga mía, con ella contacté hace tiempo para que Hipólita contratase sus servicios. Las dos se hicieron buenas amigas: Marga le vendió varias fincas que permitieron que Hipólita pudiese costearse una cuidadora 24 horas, Marga defendió con uñas y dientes las horas de riego, las tierras y, en definitiva, se ocupó del bienestar de Hipólita como si de su propia madre se tratase. Marga ha sido una estupenda aliada en este caso.
Hay muchas cuestiones que quisiera explicar sobre Hipólita porque es un caso que me ha tocado dentro. En lo personal me embargan sentimientos encontrados de pena y alegría: pena por la muerte en sí y pena, pena negra, al ver el lamentable espectá…